Instinto e inteligencia
El concepto de inteligencia ha evolucionado mucho. El desarrollo del comportamiento necesita una interpretación compleja entre las predisposiciones genéticas y la experiencia. Decir que un animal se comporta de manera instintiva puede ser errado, ya que implicaría que el comportamiento no ha sido influenciado por la experiencia.
Es muy difícil poder concluir que una forma de comportamiento está determinada principalmente por la genética o que no es modificable mediante la experiencia. Una vez que se Comportamiento
admite que los animales pueden guiarse por otra cosa distinta del instinto, sólo basta dar un paso para decir que son inteligentes. Entonces,¿son los perros realmente inteligentes? Cuando un perro abre la puerta apoyándose en el picaporte, va a buscar su correa para salir o trae su pelota para jugar, ¿se trata de inteligencia? No se pretende negar las cosas sorprendentes que hacen a veces los perros, pero todos esos logros dependen del aprendizaje. Si se comparan dos cachorros criados de manera diferente, por ejemplo, uno, por una madre que se ocupa de él y lo somete a numerosos estímulos sensoriales, y otro, criado sin madre o por una madre deficiente y que no le procura estimulación sensorial, se comprueba que el primero es más “inteligente” que el segundo. De hecho, el primero se adaptará mejor a las situaciones nuevas porque el desarrollo de sus interconexiones neuronales fue más estimulado durante el período sensible, que en el perro está comprendido entre las 3 y las 16 semanas de vida. El perro que trae su pelota para jugar y su correa para salir es un perro que se considera como dominante en el seno de su jauría hombre-perro. Es él el que inicia los contactos, los juegos, etc. No se trata de inteligencia, sino de jerarquía.
Las mordeduras
Las mordeduras
La primera causa de consultas por problemas de comportamiento son las mordeduras. Al igual que todos los mamíferos sociales, el perro organiza su vida en jauría en torno a ciertas reglas jerárquicas (acceso a la alimentación, control del territorio y de la reproducción). Cuando llega a la pubertad el perro trata de posicionarse en el seno de la jauría humana. Comienza a expresar su dominación y defender sus prerrogativas jerárquicas. Entonces, si se les quita algunas de sus prerrogativas, se producen conflictos y agresiones e incluso defectos en el control de sus necesidades (micciones jerárquicas). Las prerrogativas del perro dominante son las siguientes: el perro dominante come primero, lentamente, y le gusta que sus “´súbditos” lo miren mientras lo hace. Además controla la ocupación del territorio y del espacio así como el desplazamiento de los demás miembros de la jauría. Por lo tanto, a menudo se coloca en un sitio estratégico (habitación, corredor, etc.) para poder supervisar todo. Controla la reproducción y la actividad sexual del grupo. Si se ponen en tela de juicio sus prerrogativas de dominante, pueden aparecer problemas de jerarquía, que se expresan mediante secuencias de agresión, es decir, de amenazas (gruñidos) y de mordeduras, tanto en el seno de la jauría perro como en el de la jauría humana.
Los problemas de comportamiento se pueden evitar fácilmente. Para prevenir un cierto número de problemas, antes de adquirir un cachorro, se aconseja elegir bien el criadero. Hay que visitarlo, pedir ver la madre y a los demás cachorros, observar la forma en que se los cría, alimenta, etc. No hay que comprar un cachorro antes de las diez semanas de edad y averiguar si el cachorro no ha sido separado demasiado temprano de su madre (antes los dos meses de edad). En cuanto llega el cachorro a su futura familia, hay que respetar cierto número de reglas. De esta manera; el entendimiento será perfecto.
Salidas
Cualquiera sea su tamaño, el perro necesita salir al menos dos veces por día. Para las razas pequeñas, basta con tres salidas al día de media hora cada una. Para los perros grandes, las salidas deben ser mucho más largas. Durantes estas salidas, el perro puede hacer sus necesidades y descargar energía. Es necesario pasearlo por lugares con pocos peligros para él donde pueda andar sin correa. Todos los fines de semana, un largo paseo de dos horas en parques o bosques donde encuentre un nuevo entorno le permitirá romper su ritmo cotidiano. Estos ejercicios se deberán adaptar en función de la edad del perro: un pequeño cachorro necesitará muchas salidas de corta duración, mientras que los perros de edad o enfermos se contentarán con paseos higiénicos dos veces al día. Al regresar, el perro será objeto de una inspección sistemática que comprenda las patas, las orejas, el pelaje, etc.
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